miércoles, 26 de marzo de 2008

Amante, Primera Parte, Capítulo II;2

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Sabía que esa mujer, pequeña, escurridiza, compleja, tenía un nombre. Pero él la había inventado, la había hecho aparecer con un chasquido de dedos y luego le había dado vida, le había atribuido un par de piernas con las cuales salió corriendo esa vez que ella pareció asustada porque Víctor la seguía, pensando que era un ladrón. Ahora tenía un nombre. Y poco a poco iría teniendo un cuerpo más visible, más tangible, una cara con facciones que no olvidaría como estaba ocurriéndole en ese preciso momento, que entre los ojos y la boca sólo veía negro en su mente, ya que le faltaba una pieza para completar la imagen el rompecabezas del rostro de Gella.
No había duda que tuviera un cuerpo como cualquier otra mujer, por lo que había podido palpar en un primer momento. Era bajita, de piernas cortas, brazos proporcionales, no demasiado gorda, a la medida de las muñecas de las de antes.
Descansaba tendida en un banco, con los pelos desparramados por la cara que le llegaban hasta el suelo. Esa imagen no se la olvidaría jamás. ¿tendría que aceptar que esa mujer que persiguió durante buena media hora, cuadras y cuadras no volvería a aparecer mas como sabia hacerlo ella sola? La que dormía en el banco, ajena a la situación que ocurría alrededor de ella, ignorando a todos y a todo, ¿volvería a despertar algún día para reconocer a Víctor? Estaba tan inmóvil que parecía no estar en ese lugar. Desencajaba de todo el resto, pertenecía a otro mundo, uno en el cual las cosas parecían desencajar de su contexto.

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