martes, 11 de marzo de 2008

Bitácora del Capitán Pepo II


Cuando no se trataban de esos cientos de dólares adeudados por la night people, se tratan de un par de billetes o de un par de monedas. Muchas veces para quedarme con la conciencia tranquila, dibujaba los números rezando que la gente púrpura del Cuarto del Dinero cuando hagan el chequeo del balance de todos los cajas no encuentren mi error. O sino tenía otra forma de salvar esas monedas que siempre quedaba corto. Calculaba que iba de diez a cincuenta centavos en los días regulares. Entonces colocaba en el formulario de cuando te faltaban tus monedas correspondientes que a mí me faltaban más de las que me estaban faltando (porque de por sí no tendría que faltar nada en ningún lugar, según mi filosofía). U otro truco que había aprendido del relato de la experiencia de Raúl como caja en el Seminola Hard Rock. Decía que los primeros días siempre encontraba su balance over, siempre había más plata de la que se suponía que debía haber, diez dólares, cinco dólares, monedas. Resulta que “al calor del trabajo de cajero” Raúl metía las propinas que le propinaban los clientes de vuelta en la caja registradora, cuando debían ir en una caja aparte, en la caja de las gratitudes. Me dio una idea. Calculando esas monedas que siempre me faltaban, sin querer queriendo colocaba las monedas que me dejaban de propina en la caja registradora. Entonces, todos los días estaba over, no le debía una sola moneda al casino. Y con respecto a las propinas, calculaba que de cincuenta centavos de propina, dividido por los treinta y cuatro cajas entre los que se repartían las propinas de día y noche, lunes a domingo, a mí, o a cualquiera, le tocaría 0.01470 centavos, lo que justificaba mi acción.
Pero al llevar esta práctica durante unos días, me volví un observador más agudo de los números que manejaba. Un día conté cuántas monedas ponía de más: cuarenta centavos de una propina miserable. Al final del día, en el Cuarto del Dinero, me encontré nuevamente con esos cuarenta centavos en el casillero del número final. Había hecho una labor excelente en el día, y si no hubiera buscado atajos, habría alcanzado el Zero Balance. Abandoné esta práctica por alejarme del número cero.

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