martes, 11 de marzo de 2008

Salgo a fumar al patio. Lo de siempre, las nubes, el estacionamiento interminable, en el fondo las vías del tren, los postes de la luz que sostienen cuatro cables equidistantes que bien podrían ser las tren franjas de una bandera pintada de cielo (la argentina); los autos, el Gran Hermano mirándote desde todos lados (aún afuera del edificio), los obreros de la construcción. Uno de ellos me habla. Está sentado donde terminan las baldosas del patio, descansando al lado de una pala, una carretilla y una montaña de arena. Me dice:
-seguro que vos ves pasar mucha plata
-sí, mucha plata que pasa por tus manos y no es tuya
-seguro pensaste huir con todo ese dinero, salir a la ruta e irte a algún lugar y no volver más –se ríe.
-sí –digo y pienso –a México.

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